Lo que dijo Mr. Draghi en Jackson Hole el pasado Agosto y lo que dijo
ayer en Frankfort constituyen adelantos bastante claros de cómo va a
ser, pienso, el próximo modelo.
Santiago Niño Becerra - Jueves, 02 de Octubre

Dice Mr. Draghi que hay que bajar impuestos y que la inversión pública
tiene que aumentar. No entremos a discutir si tiene o no razón, sigamos
por ahí. Para conseguir ambas cosas y dando por supuesto que esa
inversión pública deberá ser en cosas necesarias, la única vía posible
es recortando gasto público, particularmente el modelo de protección
social.
Las cotizaciones sociales que pagan las empresas no son impuestos, pero
como si lo seriesen. Luego también tendrán que bajar, lo que afectará a
las pensiones que se tendrán que ver reducidas.
Ya con lo que llevamos dicho se ve que el consumo se resentirá, y como
el consumo caerá el exceso de capacidad productiva que hoy existe se
acusará más, lo que favorecerá que sea eliminado; lo que hará que los
precios continúen muy bajos y muy estables.
Disminución de la oferta y reducciones y cierres de empresas no
necesarias lleva a un mayor excedente de factor trabajo, una situación
para la que se puede muy bien justificar la necesidad de mayor
flexibilidad en las contrataciones, despidos y fijación de salarios,
favoreciéndose el reparto del tiempo de trabajo y de los salarios en los
casos en que sea posible, lo que generalizará la figura del contrato
por obra y servicio en cualquiera de sus manifestaciones.
Con menor gasto público que afrontar la disminución de impuestos gana
en significado; los Estados se empequeñecen y las corporaciones
sustituyen en diversas instancias a los Estados, por ejemplo en la
protección social de sus empleados: profesionales fijos, esenciales e
insustituibles. Y en el caso de que por alguna circunstancia fuese
preciso aumentar los ingresos públicos bastaría con incrementar los
impuestos lo que haría subir los precios y reduciría el consumo de
aquellos bienes que fuese necesario reducir, como la energía.
Las deudas, a fin de que no molestasen, podrían ser convertidas en
perpetuas con un interés simbólico, y el dinero metálico eliminado y
sustituido por medios de pago electrónicos. Razonar la conveniencia de
ambas medidas de cara a la opinión pública es verdaderamente sencillo.
La resultante de todo esto es una economía mundial más reducida,
oligopolizada, extremadamente estable, en el que la política monetaria
juega un papel marginal y en el que conceptos como ‘Estado’, ‘clase
media’, ‘mercado de trabajo’ o ‘modelo de protección social’, si
continúan existiendo, tendrían un significado radicalmente diferente.
Entonces ya estaríamos en el nuevo modelo.
En este razonamiento las compras de activos, la barra libre y la bajada
de tipos de ayer sería una herramienta más para completar el puzzle.
(Publicado 05.09.2014)
En relación al reciente informe de la OCDE en el que se analizan una
serie de parámetros relacionados con el empleo y que ya comentamos aquí (
http://www.oecd.org/newsroom/jobs-recovery-to-remain-weak-in-2015.htm),
uno de los aspectos que más en España se ha destacado ha sido el
deterioro salarial que el país ha experimentado en los últimos siete
años: recuerden: el 2% en términos medios pero que en algunos casos,
como en el de los empleados públicos, puede alcanzar el 32% si se añaden
los recortes de días de fiesta que han experimentado.
A raíz del recorte salarial se han oído diversas voces que vinculaban
tales recortes salariales con una ganancia de productividad
experimentada por la economía española lo que ha ayudado a mejorar la
competitividad de España y, por tanto, sus exportaciones. Y en realidad
las cosas no han sido así porque la productividad no tiene nada que ver
con los salarios, ni estos con aquella. Veamos:
La medida exacta de la productividad es la de unidades de producto
elaboradas en una hora de trabajo efectiva, pudiendo ser expresado ese
número en valor. Imaginemos ahora una situación en la que una empresa
elabore 1.000 unidades en una hora y que para ello necesite 100
trabajadores; esta claro que la productividad de esa empresa será de 10.
Cuando se dice ‘aumentos de productividad’ automáticamente se piensa en
algo: producir más en la misma cantidad de tiempo; si se fuerza el
pensamiento se puede decir: producir más unidades en menos tiempo; pero
prácticamente nunca nadie piensa en producir menos en muchísimo menos
tiempo. Ese seria el caso de nuestro ejemplo: que la empresa decidiese
fabricar 500 unidades a la hora con 10 trabajadores.
Reparen en que en ningún momento henos hablado de salarios, es posible
que el coste laboral de la hora en el primer caso fuese de 20 euros y en
segundo siguiese siendo el mismo, con el consiguiente ahorro en factor
trabajo que la empresa obtendría. Esa mayor productividad la empresa
podría utilizarla en reducir su precio de venta, repartirla en
beneficios, aumentar salarios o las tres cosas a la vez.
Claro, la única forma de pasar de una productividad de 10 con 100
trabajadores a una de 50 con 10 es invirtiendo en tecnología productiva y
en organización para mejorar el proceso productivo, lo que redunda en
un menor consumo de factores productivos.
Bien. Y en España, ¿qué ha pasado?. En España, básicamente han sucedido
dos cosas: han cerrado bastantes empresas y las que no han cerrado han
prescindido de muchísimos trabajadores, empezando por los temporales.
Muchas de las que no han cerrado han reducido su capacidad productiva, y
como han despedido mucho han mejorado su masa salarial. Paralelamente,
la última reforma laboral ha reducido costes laborales al abaratar los
despidos y junto a eso ha facilitado tales despidos. Y a la vez, el
exceso de oferta de trabajo en relación a la demanda de trabajo
existente ha forzado los salarios a la baja.
Las empresas se han beneficiado de las tres vías apuntadas porque han
reducido sus costes de producción, pero la productividad por ocupado en
España en la inmensa mayoría de los casos no ha mejorado porque no se ha
invertido para reducir el consumo de factores productivos y porque el
número de horas de trabajo ha caído mientras que el número de personas
empleadas ha aumentado.

España ha ganado competitividad de la llamada ‘forma sucia’: ha
reducido producción, ha reducido empleo, ha ocupado a más personas más
precariamente en sectores de bajo valor añadido, ha reducido salarios y
ha facilitado y abaratado los despidos. Y encima, de cara a las
exportaciones, la vía de reducir salarios ya está agotada: es una de las
conclusiones del informe de la OCDE.
La verdad, no se quien puede sentirse orgulloso de algo así.
(Publicado 06.09.2014)
Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. IQS School of Management. Universidad Ramon Llull.