Mantenemos una organización, la ONU, que reúne a 192 países (prácticamente todos los del mundo) y alimenta suntuosas sedes y presupuestos. Amplias delegaciones se juntan en Asambleas. Por lo que cuenta la crónica de Clarín, el embajador adjunto de Libia en la ONU, Ibrahim Dabbashi, –que se ha posicionado en contra de Gadafi- imploraba ayuda a la sala: “¡Están disparando contra toda la gente que está en las calles de Trípoli!”. Pero no hubo consenso más que para aprobar “una declaración de condena”, nada de sanciones, ni acción alguna. A lo sumo, poner mala cara al primer embajador libio que sí apoya al dictador. Eficacia suprema.Toda la Comunidad Internacional está haciendo lo mismo. Dudan los demócratas estadounidenses de si tal vez se podría meditar la conveniencia de pensar en la posibilidad de estudiar, prudente y meditadamente, algo que tal vez hacer.
Lo de la UE es tanto o más patético. Pasea por el mundo Lady Ashton (la Alta Comisionada la llaman) su cortedad infinita, pareja a la del Presidente permanente Van Rompuy. Y no muy lejana al inoperante y turbio Barroso. Así los eligieron premeditadamente. Huecas palabras de condena salen de la UE, mientras eso sí, se aprestan a reunir a sus ministros de interior en Roma -a todo trapo, viaje, alojamiento, comidas y dietas-, para ver “cómo hacen frente a la inmigración árabe” que va a llegar al paraíso europeo.
Sangre a borbotones en Libia y aqui recordando el 23F. (30 años)
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