La próxima transformación de China
HONG KONG - A lo largo de
tres décadas de condiciones económicas mundiales favorables, China fue
capaz de crear un sistema integrado de producción global sin precedentes
en escala y complejidad. Pero ahora sus autoridades deben lidiar con el
triple desafío de la crisis de la deuda europea, la lenta recuperación
en Estados Unidos y una desaceleración del crecimiento de su propia
economía. Los tres retos están interconectados, y un error por parte de
cualquiera de los protagonistas podría sumir a la economía mundial en
otra recesión.
Para
evaluar los riesgos y las opciones para China y el mundo, es preciso
entender el sistema de producción "Hecho en el Mundo" de China, que se
basa en cuatro pilares diferentes pero mutuamente dependientes.
El
primero de ellos, en que China es la "fábrica del mundo", fue creado en
gran parte por las corporaciones multinacionales extranjeras y sus
proveedores y subcontratistas, y las tareas de elaboración y montaje,
con alto uso de mano de obra, eran realizadas por empresas pequeñas y
medianas (PYMEs) con acceso directo a los mercados globales a través de
una compleja red de contratos. Con modestos comienzos en áreas costeras y
zonas económicas especiales, su cadena de suministro se ha extendido
por toda China, fabricando todo tipo de productos, desde peluches hasta
iPads.
La "fábrica del
mundo" no se podría haber creado sin el segundo pilar: la "red de
infraestructura china", instalada y manejada principalmente por empresas
estatales de integración vertical en los ámbitos de la logística, la
energía, la red vial, las telecomunicaciones, el transporte marítimo y
los puertos. Este pilar se basa en gran medida en la planificación a
gran escala de la inversión fija, además de los controles
administrativos correspondientes, y su calidad, escala y eficiencia
relativa resultaron estratégicas para la competitividad y la
productividad de China.
El
tercer pilar es la "cadena china de suministro financiero", que
proporcionó el financiamiento necesario para construir y mantener la red
de infraestructuras. Se caracteriza por el predominio de los bancos
estatales, altos niveles de alto ahorro interno, mercados financieros
relativamente poco desarrollados y una cuenta de capitales cerrada.
El
último pilar es la "cadena de suministro de servicios estatales",
mediante la cual los funcionarios centrales y locales afectan a todos
los eslabones de las redes de producción, logística y redes financieras a
través de normas, impuestos o permisos. La mayoría de los observadores
extranjeros no poseen una verdadera perspectiva de la escala y la
profundidad de la innovación institucional y de procesos de esta cadena
de suministro, que ha logrado (en su mayor parte) proteger los derechos
de propiedad, reducir los costes de las transacciones y reducir los
riesgos al alinear los servicios públicos con los intereses del mercado.
Por ejemplo, los gobiernos locales chinos lograron altos niveles de
habilidad para atraer la inversión extranjera directa (IED), al
proporcionar infraestructura y atractivos servicios de apoyo que
facilitan la expansión de las cadenas de producción globales.
Tras
el inicio de la actual crisis global, con sus cambios radicales en los
medios de comunicación social, la demografía, la urbanización y las
limitaciones de recursos, estos cuatro pilares se encuentran bajo
presión. Las cadenas de producción se enfrentan a escasez de mano de
obra, aumentos salariales y amenazas de relocalización a países con
menores costes. Mientras tanto, los inversionistas globales están
poniendo en duda la solvencia de los gobiernos locales.
Hoy
los expertos chinos debaten una pregunta de gobernanza fundamental:
¿qué arquitectura de alto nivel permitiría al país adoptar las reformas
necesarias para hacer frente a las presiones mundiales e internas? A los
inversionistas les preocupa el errático rendimiento de los valores de
renta variable chinos, los riesgos en el ámbito normativo y las
potenciales sorpresas políticas, además de las incertidumbres por la
mayor volatilidad de los precios de los activos, como las propiedades
inmobiliarias, las tasas de interés y el tipo de cambio.
Lo que dificulta
cada vez más interpretar la economía china es la interacción
crecientemente compleja de los cuatro componentes de su sistema de
producción, entre sí y con el resto del mundo.
Primero,
las condiciones favorables para el desarrollo de la "fábrica del mundo"
han comenzado a disiparse. Los costes de producción -en términos de
mano de obra, recursos, normativa e infraestructura- han ido en aumento,
mientras que se han roto las burbujas de consumo de Occidente.
En
segundo lugar, el éxito inicial de la "infraestructura china" se
cimentó sobre tierras, capital y mano de obra baratos. Pero, a pesar de
la moderna infraestructura, los costes logísticos en nuestra nación
ascienden al 18% de los costes de producción, en comparación con el 10%
en EE.UU., debido a diversas ineficiencias internas.
En
tercer lugar, el éxito del sistema financiero chino se basó en la
financiación de grandes proyectos de infraestructura por parte de bancos
estatales y la financiación externa de la producción de las
exportaciones a través de la inversión extranjera directa y el comercio.
El sistema financiero aún tiene que abordar adecuadamente los retos de
la inclusión financiera, en particular la financiación de las PYME y las
zonas rurales, y la exposición a un exceso de capacidad en determinadas
ramas de la industria.
Por
último, pero no menos importante, los tres pilares no hubieran podido
mantenerse en pie sin el soporte del cuarto. Hasta ahora, su éxito se ha
basado en una competencia positiva entre los gobiernos locales y los
diferentes ministerios, que se ha ido evaluando de acuerdo a indicadores
de rendimiento, como el PIB y los ingresos fiscales. Por desgracia,
esto ha producido problemas de equidad social y sostenibilidad ambiental
que requieren una compleja coordinación de diversos ámbitos
burocráticos individuales para superar la resistencia que supone una
serie de poderosos intereses creados.
En
general, se reconoce y acepta que el camino de la reforma requiere un
profundo rediseño de los cuatro pilares. En primer lugar, la cadena de
producción debe pasar de depender de las exportaciones al consumo
interno. Realinear la infraestructura de China significa enfatizar la
calidad sobre la cantidad, y reducir la propiedad estatal y el control
de precios a favor de las fuerzas del mercado. En su lugar, la
coordinación estatal debe centrarse en la lucha contra la corrupción, la
reducción de los costes de transacción, promover la competencia,
reducir las barreras de entrada y eliminar el exceso de capacidad.
Para
la cadena de suministro financiera, la clave es hacer frente a los
riesgos sistémicos y reordenar los incentivos con el fin de inducir a
los inversionistas a apoyar los motores del crecimiento económico real,
en lugar de la creación de burbujas de activos.
El
milagro chino se alcanzó gracias a la innovación institucional y de
procesos en todos los niveles de la cadena de suministro de servicios
estatales. China necesita nada menos que otra reingeniería radical para
convertirse en una economía más equilibrada, sostenible y con mayor
igualdad social. El proceso ya ha comenzado con una nueva ronda de
experimentación en tres nuevas zonas económicas especiales en Hengqin,
Qianhai, y Nansha, a fin de probar el surgimiento de una economía de
servicios creativa y basada en el conocimiento.
Por
supuesto, este tipo de economía depende principalmente de la calidad de
la gobernanza. El verdadero reto para las autoridades chinas es cómo
equilibrar la creatividad y la innovación institucional con el orden,
garantizando así la integridad de los cuatro pilares de su economía.
Traducido del inglés por David Meléndez Tormen

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