En estos días todos estamos preocupados con la forma en que se desarrollará el llamado “banco malo”
y más concretamente sobre dos aspectos fundamentales: el precio de los
activos y las clases de activos que se aceptarán. Sobre este asunto, mi
amigo José Luis Ruiz Bartolomé
ha escrito recientemente un estupendo post muy aclaratorio donde
propone una idea muy interesante desde el punto de vista de que no
seamos los contribuyentes los que carguemos con la mala gestión de dicho
“banco malo”.
También nos preocupa la prima de riesgo, la restricciones alemanas
sobre los distintos fondos de rescate,… y por supuesto, nuestra economía
y desempleo y cuestiones por el estilo.
Rajoy fue entrevistado hace unos días por la televisión pública
por primera vez después de estar ocho meses como presidente del
gobierno, lo que no deja de ser muy interesante. Entre las cuestiones
que desarrolló, hubo dos que son muy curiosas (o extravagantes) desde mi punto de vista:
- El 2013 será bastante mejor que el presente año.
- En cinco años España tendrá tasas de crecimiento similares a Francia y Alemania.
Respecto a la primera afirmación debemos pensar que Rajoy tiene más
información que organismos internacionales como el FMI, la Comisión
Europea, el BCE, y otros, donde indica que España tendrá un crecimiento
negativo (o decrecimiento) a grosso modo de entre 0,7% al 1,6% para este
año y el próximo. Es decir, no sólo no será mejor, sino que el “pastel”
a repartir entre los españoles será menor.
Que el lector extraiga sus propias conclusiones.
En relación al segundo punto, me detendré más largamente porque se
trata de una asunto muy importante, al margen de que en cinco años
posiblemente Francia tenga tasas negativas o en el entorno del
crecimiento cero, y también sea el mismo caso para Alemania. O sea, que
nuestro presidente tiene razón: En cinco años España tendrá tasas de
crecimiento similares a Francia y Alemania, pero ésa no es una buena
noticia para nosotros, sino al contrario: Según nuestro presidente nos espera largos años de “travesía por el desierto”.
Pero, ¿por qué Francia y Alemania posiblemente tendrán tasas
ligeramente negativas o en en torno al cero por ciento en unos años?
La cuestión es muy simple y conocida: en toda la UE estamos inmersos en
un proceso de desapalancamiento de los gobiernos y, en la mayoría de
los casos, de las empresas y familias. Por lógica, ese desapalancamiento
tiene consecuencias sobre el consumo y la inversión; ambos factores
afectan de forma directa en la producción y el empleo, que a su vez
repercutirá en el consumo futuro en un círculo vicioso cuyo final no
vemos al menos en España. Además para nuestro caso, estamos inmersos en la peor crisis de liquidez bancaria desde el 2008, problema que ya vislumbraba un servidor en enero de 2011 en “¿Una banca sin liquidez?”.
En circunstancias “menos malas” cabría la posibilidad de emprender
políticas de tipo keynesiano que fuercen al consumo al alza y así al
resto de la economía. El problema es que durante los años de bonanza
económica, los gobiernos no fueron capaces de reducir sus déficits hasta
niveles muy bajos de forma que los gastos extraordinarios de la crisis
pusieran las tasas de endeudamiento en relación al PIB a niveles
asumibles por quienes nos prestan su dinero: los llamados abstractamente
como “mercados”.
La realidad es que España se encuentra en estos momentos en tasas de
endeudamiento históricas que rozan el 80% de nuestro PIB, y que los
“mercados” no se fían del gobierno que salió de las urnas. La historia
de la prima de riesgo es ya muy conocida.
El caso de Francia es diferente al español por
muchos motivos, destacando que no existió una burbuja inmobiliaria tan
potente como la nuestra, amén de otras diferencias como su tejido
productivo, su población, su productividad y otros asuntos en los que no
podemos entrar ahora.
Pero su presidente se ha encontrado con que el gasto del Estado
tampoco es asumible para su economía y teme que sea el siguiente de la
lista después de España e Italia. Por tanto, ha emprendido una serie de
importantes recortes presupuestarios. O sea que volvemos a la misma
historia que ya conocemos en España y otros países que han sido
rescatados: recortes que producirán nueva recesión.
Para Alemania, y sin ánimo de ser exhaustivos, su
economía empieza a dar síntomas de “cansancio”. Ya comenté en un post de
noviembre de 2011, “dudas sobre la salud de Alemania”,
que su economía empezaba a dar síntomas de agotamiento y destacaba la
preocupación de Merkel al respecto. Pues bien, la situación no ha
cambiado significativamente y son muchos autores los que sitúan a este
país en el entorno del crecimiento cero en pocos meses.
Uno de los autores que destacaría, sería Michael Spence, premio nobel de economía en 2001,
junto a Joseph Stiglitz y George Akerlof, experto en formación de
mercados, crecimiento, desarrollo y globalización, y más concretamente
su reciente artículo en Project Syndicate, “Hard Truths about Global Growth”,
que aunque centrado más en asuntos que afectan a EE.UU., pone de
manifiesto el “problema” de la globalización en la creación de empleo en
los países con mayores rentas per capita. Sobra decir que lo que afecta
negativamente a la economía de EE.UU. perjudicará de pleno a la UE.
Destaco dos ideas:
- Las recesiones en EE.UU. y la UE ya están afectando a los países emergentes.
- La reducción de presupuestos, especialmente en el capítulo de formación y en el de inversiones, arrastrarán a nuestras economías a nuevas (y potencialmente mayores) recesiones.
El panorama no pinta muy bien, y vemos a diario cómo va desapareciendo paulatinamente la clase media, la gran impulsora del consumo y el empleo y la que evita que, mediante una mejor y más eficiente distribución de la renta, nuestras economías no caigan en tantas y tan profundas recesiones.
Al final nuestro presidente va a tener razón: “En cinco años España tendrá tasas de crecimiento similares a Francia y Alemania”, es decir, próximas a cero.

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