¿A qué esperamos para cambiarlo? El sistema partitocrático y corrupto del 78 está muerto
Lucio A. Muñoz6/02/2013 - 14:48
Y
es que las comunidades autónomas han provocado la insostenibilidad
económica de la Administración y han convertido a los políticos
regionales en caciques modernos, lo cuales se han apropiado del papel
protagonista que le corresponde a la sociedad civil.
Los partidos han creado, a su imagen y semejanza, un megaestado intervencionista que ha distorsionado la economía española y que ha provocado que el desarrollo empresarial y los negocios dependan, en gran medida, del poder político.
Del mismo modo, los partidos se han encargado de politizar las
instituciones públicas hasta el punto de que la Administración misma se
ha convertido en un apéndice de estos. La Justicia constituye el máximo
exponente de esta politización. Igualmente, las antiguas cajas de
ahorros, que eran la mitad del sistema financiero español, fueron
politizadas, expoliadas y quebradas por muchos miembros, entre otros, de
los dos grandes partidos políticos españoles.
¿Desean los ciudadanos, asfixiados por una injusta y confiscatoria
presión fiscal, seguir financiando con sus impuestos a los partidos
políticos? No hay que olvidar que el dinero de estos procede, en
parte y al margen de otros cauces más opacos, de las generosas
subvenciones públicas que salen de los impuestos de todos los españoles.
En definitiva, los partidos políticos han ejercido un férreo control
sobre la sociedad española y han transformando un proyecto de sistema
democrático en una auténtica dictadura partitocrática. O en una
partitobancacracia, puesto que el nexo de unión y el grado de
dependencia existente entre el Estado, los partidos y la banca ha
resultado crucial en el camino que ha conducido a España a la quiebra.
La partitocracia, por tanto, ha permitido durante más de tres décadas
que la estabilidad (y la protección) de los partidos políticos prime
sobre la de España y los españoles. En otras palabras, los partidos políticos han secuestrado a la democracia.
El régimen partitocrático y corrupto del 78, fundamentado en el
descomunal poder de los partidos políticos, ha muerto y eso hace que el
actual problema de España sea de origen político. A esta conclusión
están llegando millones de españoles al comprobar que la corrupción
política ha invadido a todas nuestras instituciones públicas. La grave
crisis económica, provocada por la corrupción y el despilfarro de una
casta política parasitaria, que afortunadamente también cuenta con
honrosas excepciones, está marcando el final de una etapa. Sin embargo,
la inmovilidad de los partidos y el miedo de la casta a perder su poder
impide la regeneración democrática que necesita España y que demanda la
sociedad.
El proceso de transformación del sistema político que actualmente
tiene España en una verdadera democracia se desarrollará con éxito si la
sociedad civil consigue ganarle el pulso a una casta política, que
pretende mantener el sistema tal como está para seguir enriqueciéndose y
continuar disfrutando de unos inmorales e inmerecidos privilegios a
costa de empobrecer a los ciudadanos.
Los españoles están pidiendo a gritos una reforma de la Constitución
y, por tanto, un nuevo planteamiento legislativo en lo referente a las
reglas del juego democrático. El modelo de Estado autonómico, la
actual ley electoral, el funcionamiento antidemocrático de los partidos y
la politización de la Justicia son los pilares sobre los que se ha
asentado la corrupción política.
España tiene que abrirse a una democracia real en la que el poder lo
ostente la ciudadanía y no los partidos políticos. La sociedad civil
española, de forma madura y pacífica, debe indicar el camino a seguir.
¿A qué estamos esperando?
Lucio A. Muñoz es socio director de Eurogroup Human Resources.
El alto nivel de desprecio que se tiene a la política y los políticos da cuenta de lo indignada que esta la sociedad con estos delincuentes, pero esa misma casta no se da cuenta que son totalmente prescindibles.
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