lunes, 29 de abril de 2013

El consumo interno, hundido. Las ventas minoristas caen un 10,9% en marzo.


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Ni están, ni se les esperan. Los brotes verdes que a bombo y platillo se nos está vendiendo desde el Gobierno están haciéndose desear más de lo previsto, y no hay ni un solo indicador que arroje algo de luz y esperanza para la economía española.

Precisamente, durante el día de hoy, el Instituto Nacional de Estadística ha publicado el Índice de Comercio al por Menor (ICM), que refleja, con matices, la situación de la demanda de productos y servicios de consumo. Y el panorama no puede ser más desolador: el ICM ha caído un 10,9% con respecto al mes de Marzo del año pasado.

Y de hecho, esta caída se ha hecho notar tanto a nivel geográfico, donde todas las Comunidades Autónomas han sufrido caídas, como en función del tipo de productos, ya que hasta los productos de consumo más básico, la alimentación (-6,3%), han caído.

Ninguna cadena de distribución se ha salvado de la caída. Las empresas más pequeñas (empresas unilocalizadas) son las que más están notando el descenso del consumo, con una caída del 11,7% en lo que va de año, seguido muy de cerca por las pequeñas cadenas (-9,5%), las grandes superficies (-9,2%) y las grandes cadenas (-3,4%) que, a tenor de los datos, son los establecimientos que menos están notando la grave crisis que estamos atravesando.

Uno se pregunta hasta dónde pueden llegar a caer la demanda de productos de consumo en España. Muchos políticos nos vendieron la mejora de la balanza por cuenta corriente como un síntoma de recuperación cuando, en realidad, el cambio de tendencia del comercio exterior se debe a la caída del consumo interno, propiciado por la reducción de la renta disponible de las familias debido a las continuas subidas de impuestos y la destrucción neta de empleo trimestre tras trimestre.
Ante esta situación, ¿podemos hablar de brotes verdes? Cabe pensar que no, y a la vista de los indicadores, habrá que esperar mucho tiempo para que estas palabras sean realistas.

Población Activa y estructura







Fuente el Mundo.

Diez claves para entender el negro panorama del empleo

  • El empleo público cae el doble que el privado en el último año
  • Uno de cada tres asalariados perdidos en el trimestre tenía menos de 30 años

Los datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) conocidos hoy desvelan que el mercado laboral no mejora prácticamente nada. Estas son las principales claves para entender lo que está ocurriendo con el empleo:
-La importancia de la EPA. Para comprender los datos del mercado laboral hay que empezar explicando el valor de la encuesta que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE). Las cifras que ofrece son la radiografía más fiel y más amplia del panorama laboral de los hogares españoles. Aunque mediáticamente se destaque habitualmente la tasa de paro, el mayor valor de la EPA es la medición de la creación o destrucción de empleo. Así primero mide el número de activos (personas mayores de 16 años que tienen empleo o lo están buscando). De ese total, desagrega los que tienen trabajo y los que están en paro, que sumados resultan la población activa.

-Cuánto empleo se ha destruido. Entre enero y marzo un total de 322.300 personas ha dejado de tener empleo. De este total, 237.400 han pasado a estar en paro y otros 85.000 han dejado de estar en activo; esto es, o bien han dejado de buscar empleo, por distintos motivos (generalmente el desánimo por la situación del mercado), han salido del país o se han jubilado.

-Ritmo de destrucción de la ocupación. Este indicador suele medir el porcentaje de caída del número de ocupados en términos interanuales. O lo que es lo mismo: el empleo destruido en un trimestre en comparación con el trimestre del año anterior. En la actualidad los puestos de trabajo se recortan a un ritmo anual del 4,5%. Esto supone una leve mejoría de dos décimas respecto al último trimestre del año. Sin embargo, la intensidad con la que se destruye empleo en la actualidad es aún mayor que hace doce meses, lo que es preocupante sobre todo porque en marzo de este año ha sido la Semana Santa, lo que debería haber mejorado los resultados comparativos con el primer trimestre de 2012 y no ha sido así.

-Número de desempleados y tasa de paro. Esta vez sí. Después de dos trimestres en los que muchos expertos calculaban que España superaría los dos millones de parados, ha sido en el primer trimestre de este año cuando ha superado esa barrera psicológica sumando un total de 6.202.200 personas sin empleo. Esto ha elevado la tasa de paro al 27,3%, superando incluso las recientes estimaciones del FMI para el mercado laboral español este año.

Sin embargo, hay que recordar que la tasa de paro refleja la cantidad de personas, de entre todas las mayores de 16 años en disposición de trabajar que tienen un empleo o lo están buscando (colectivo denominado población activa), y no lo encuentran. Así, cuantos menos activos haya más peso tienen sobre el total aquellos que no encuentran un puesto de trabajo, y por tanto más tasa de paro hay, aunque el número de parados sea el mismo.

-Parados de larga duración. Se trata del colectivo de personas que ha perdido su empleo hace más de un año. En la actualidad suman 2,9 millones, con lo que este grupo ha crecido algo más de medio millón en los últimos doce meses, representando un fuerte incremento interanual del 21,6%. Esto es uno de los principales síntomas del grave enquistamiento del problema del desempleo en la economía española.

-Empleo Público. La EPA diferencia entre el tipo de empleador: público (en el que entra el sector público empresarial, no solo las Administraciones) y privado. Esta diferenciación que en otras épocas no ha tenido importancia, ahora la cobra ante la fuerte recorte, nunca visto, del número de empleados públicos. Entre enero y marzo perdieron su empleo 71.400 trabajadores del sector público (el 22% del total). Pero lo más llamativo es el ritmo de destrucción de la ocupación de este colectivo: un 8,3% en el último año, el doble que el sector privado, que recortó empleo con una intensidad del 3,7%.

- Autónomos y jóvenes. Uno de los dos sectores del mercado laboral que presenta datos positivos es el de los trabajadores autónomos, que ha crecido en 22.100 personas entre enero y marzo de este año y hay 80.600 más que hace doce meses. Esto último representa un importante ritmo de crecimiento anual del 4,1%. Sin embargo, este dato es aún poco significativo porque aún no se sabe cuánto tiempo se mantendrán en activo, si se tiene en cuenta que muchos de estos trabajadores por cuenta propia lo son porque no han encontrado empleo asalariado y han invertido, por ejemplo, sus indemnizaciones por despido en el arranque de un pequeño negocio. La ministra de Empleo, Fátima Báñez, ha atribuido a las ayudas Estrategia de Emprendimiento y Empleo Joven, aprobada a finales de marzo la generación de más de 20.000 de estos autónomos sólo en marzo.

Sin embargo, el empleo asalariado de los jóvenes –para el que estaban destinadas la mayoría de las ayudas de la citada Estrategia del Gobierno- no está registrando tan buenos resultados. Así, entre enero y marzo, en términos generales se perdieron 108.000 puestos de trabajo de menores de 30 años, lo que significa que uno de cada tres empleos destruidos estaba ocupado por un joven.

- Calidad del empleo. El otro sector del mercado de trabajo que registra cifras positivas es el de los empleados a tiempo parcial. Así mientras que en el primer trimestre desaparecieron 385.300 empleos de jornada completa, se crearon 63.000 puestos de media jornada. Se trata de una tendencia iniciada hace más de un año, por lo que en los últimos doce meses se han generado 155.700 empleos a tiempo parcial frente a una destrucción de casi un millón de empleos a jornada completa. Estos datos reflejan un claro empeoramiento de la calidad de la ocupación.

- Sectores. La destrucción de empleo afecta a todos los sectores. La Semana Santa no ha impedido que en el primer trimestre más de la mitad del empleo destruido haya sido en el sector servicios. El dato positivo es cierta desaceleración del empleo en el sector de la construcción, que fue el que menos puestos de trabajo perdió en el primer trimestre y que en términos interanuales frenó su ritmo de caída al 11,5%.

- Extranjeros. La tasa de paro de este colectivo se eleva al 39,2%, lo que supone un fuerte avance de 2,6 puntos en un solo trimestre. En general la población extranjera disminuyó en 54.300 personas entre enero y marzo y casi hay 200.000 menos que hace un año. Esto unido al número de extranjeros que ha dejado de buscar trabajo (23.100 en el primer trimestre y 178.800 en los últimos doce meses) explica el fuerte aumento de su tasa de desempleo.

miércoles, 24 de abril de 2013

lunes, 22 de abril de 2013

Recordando Krasny Bor

 
Arturo Pérez-ReverteMi abuelo paterno, que era uno de esos republicanos de antes, cultos, viajados y con biblioteca, escéptico como todo hombre sabio, solía repetir una frase que yo, de pequeño, no alcanzaba a penetrar del todo: «Los españoles sólo servimos para salir en los cuadros de Goya». No fue sino más tarde, cuando leí libros, viajé y me familiaricé con cuadros como los del 2 de Mayo en Madrid o el Duelo a garrotazos, cuando comprendí a qué se refería mi abuelo, y por qué, entre todos los pintores españoles, utilizaba a Goya como clave lúcida. Como amarga referencia.

Hace unas semanas hice un experimento. Se cumplían 70 años de la batalla de Krasny Bor, cerca de Leningrado, donde 5.000 españoles de la División Azul encajaron el ataque de dos divisiones soviéticas integradas por 44.000 hombres y 100 carros de combate: una compañía aniquilada, varias diezmadas, oficiales pidiendo fuego artillero sobre su propia posición por estar inundados de rusos. Abandonados a su suerte, durante todo el día pelearon como fieras, a la desesperada. Casi la mitad murieron o desaparecieron, pero frenaron a los rusos, les hicieron 10.000 bajas y obtuvieron de Hitler este comentario: «Extraordinariamente duros para las privaciones y ferozmente indisciplinados». Y, bueno. Tales son los hechos y así los conté en la red social Twitter, donde recalo algunos domingos, añadiendo que entre los divisionarios no todos eran voluntarios falangistas, pues también había ex combatientes republicanos y gente que se alistó por hambre o para ayudar a algún familiar encarcelado o en desgracia. Añadí que la causa que defendían era infame, pero eso no alteraba el hecho básico: eran compatriotas, estaban en el infierno y pelearon con bravura admirable. «Quienes nos gobiernan deberían prestar atención a esas cosas -escribí-. La Historia ha probado mil veces que no hay nada más peligroso que un español acorralado».

Lo interesante vino luego: tres mil opiniones de tuiteros. Yo había mencionado un hecho histórico, destacando un coraje y una tenacidad independientes de tiempos o ideologías. Algo que ocurrió y que está -debería estar- en los libros de Historia por las mismas razones que la toma de Tenochtilán, el saco de Roma o la liberación de París por los republicanos españoles de la Nueve. Y sin embargo, no pueden imaginar la que se lió en Twitter: los insultos y descalificaciones entre quienes discutían. Algunos me incluyeron, claro. Eso fue lo más revelador: ultraderechistas acusándome de rojo por haber calificado de infame la causa que la División Azul defendía en Rusia, y ultraizquierdistas acusándome de facha por hablar de la División Azul en vez de sepultarla en el negro olvido. Y entre unos y otros, docenas de tuiteros tirándose los trastos a la cabeza con argumentos ideológicos, orillando el hecho principal: el episodio histórico, su épica objetiva y su interesante consideración. La Historia, en fin, que no es buena ni mala, sino llave para comprender el pasado y el presente. Y a veces, para prever el futuro.

Así que una vez más recordé las palabras de mi abuelo. Pensé en Goya. En ese cable suelto que los españoles llevamos sumergido en bilis en algún lugar del corazón. En ese rencor cainita, desaforado, siempre dispuesto a simplificar el mundo en un estúpido nosotros y ellos. En esa necesidad nuestra, no de vencer y convencer, sino de vencer y exterminar al vencido. Borrar hasta su huella. Fusilar al que levanta las manos, en vez de ofrecerle un pitillo y mirarlo a los ojos. Prueben a elogiar en público el valor de moros y cristianos en Las Navas, o el de republicanos y nacionales en El Ebro. Saltarán voces criticando la igualdad de trato, la falta de etiqueta diferencial, la ecuanimidad ante el valor y el sacrificio, como si éstos tuvieran que depender de ideologías para ser admirables. Nadie puede ser admirable si no pertenece a mi bando, es la lectura final. Esto repugna y entristece, porque no es de ahora. Pese a lo que afirman los tontos, no lo inventó Franco, ni la República: viajemos a la Dictadura, a las guerras carlistas, a Fernando VII, a la Inquisición. En pocos lugares de Europa hubo tanta saña y tanta vileza. Mientras en otros países -también en eso envidio a Inglaterra- la inteligencia o el valor del adversario son a menudo motivo de admiración y respeto, en España no hacen sino aumentar la envidia; la ira de quien, una vez dueño de la trinchera, remata la faena con toda clase de vejaciones introductorias al tiro en la nuca. Tiro que, por otra parte, aplica con más entusiasmo quien nunca corrió riesgos antes. Quien más lejos anduvo, durante el combate, del verdadero campo de batalla. 


El articulo merece una lectura lenta y pausada. Realiza una fotografía del carácter español, capaz de lo mejor, y también, de lo peor.

viernes, 19 de abril de 2013

En que gasta España sus Presupuestos



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