Autor: Remo
Desde ayer corren como la pólvora las críticas a la limitación de los precios que pagarán los Diputados en el servicio de cafetería del Congreso
que se ha realizado en el pliego de contratación de este servicio. Este
pliego de condiciones de contratación tiene dos características muy
importantes: la primera la limitación de los precios máximos de todos los artículos que se van a vender, blindando dichos precios hasta de las hipotéticas subidas del IPC.
Muchos de los que critican estos dispendios, son los mismos que corren raudos y veloces al auxilio público,
a ordeñar el presupuesto sea por donde sea, a la caza de la subvención y
a los que te justifican cualquier otro gasto público que se realiza
porque es imprescindible, porque está comprometido con organismos
internacionales o porque cuando nos afecta directamente, el esquema de
prioridades cambia sustancialmente. Ahí entonces, si estamos de acuerdo
con que nos subvencionen a todos los gintonics, los cafés y el jamón de
bellota. Hipocresía hispánica en estado puro en la mayoría de las críticas que no dejan de mamar de la teta del Estado.
Se ha puesto de moda auditar el dinero público y me parece perfecto que se haga, aunque estas críticas se deberían dirigir también contra aquellos eventos pagados con dinero público con destino dudoso que sirven para tapar bocas, que se critiquen absolutamente todos los dispendios festivos que realizan las diferentes administraciones en los que corre la comida y bebida a cargo del erario público.
En El Blog Salmón | No con mi dinero
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