Cuando hablamos de China, en muchas ocasiones nos referimos a
crecimiento económico desmesurado, oportunidades profesionales, bajos
costes laborales, pero por desgracia, a condiciones de trabajo
alarmantes, que están teniendo un impacto muy negativo sobre la
productividad y la calidad de vida de los trabajadores.
A este respecto hoy quiero compartir con vosotros la noticia de que anualmente 600.000 trabajadores chinos pierden la vida con el estrés laboral como causa primaria,
que parte de los desequilibrios en los hábitos de vida que se
desprenden del convivir a diario con jornadas de trabajo maratonianas, y
que a la postre, se están manifestando en un fenómeno que no se debe
consentir en los tiempos que corren.
Ante noticias como esta, me planteo si algún día se trasladará este
fenómeno a Europa, que aunque aún está muy lejos de esto, con algunas
lecturas respecto a los derroteros por los que ha de discurrir la
flexibilización de las relaciones laborales, podrían darse algún día.
Bien es cierto que no todas las economías e industrias pueden ser
presa de este fenómeno, ya que principalmente se da en las tareas u
oficios que tienen un componente técnico más bajo, y que con menor nivel
de capital humano cuentan. Porque lo que no tiene ningún sentido es que
queramos incrementar la productividad recurriendo a este tipo de
políticas laborales, obviando que el incremento de productividad ha de residir en la técnica y no en la cantidad de horas que dedicamos al trabajo.
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